Amatur es al mismo tiempo pasado, presente y futuro en el sector de la administración de fincas en la provincia de Huelva. El situado en el número 5 de la Gran Vía es uno de los primeros despachos que comenzó a ejercer en la provincia cuando la profesión del administrador de fincas se encontraba en pañales.

Por aquel entonces los profesionales –que se podían contar con los dedos de una mano– tenían que depender del Colegio de Sevilla, con todo lo que ello implicaba en términos de gestión, desplazamientos y formación. La actividad de Amatur arrancó en el verano del año 88 en Punta Umbría, y quien se encargó de levantar el proyecto empezando con la gestión de una veintena de comunidades –en vías como la Avenida de la Ría, C/ Coquinas o Delfín– fue Javier Pérez Blanco. Hoy, Amatur gestiona alrededor de 135 comunidades de propietarios, que suponen cerca de 5.000 vecinos.

Javier Pérez se encuentra en el selecto grupo de administradores de fincas de Huelva que ha visto florecer la profesión en la provincia, con la creación del Colegio de Administradores de Fincas (COAF) de Huelva, y ha hecho de esta profesión su vida, tanto que la familia entera se ha volcado. Una pasión que se ha extendido a toda la familia. De hecho, su hijo Javier cursó la Diplomatura de administración de fincas, y desde entonces trabaja en Amatur –nombre comercial de Administración de Fincas Blanco-Pelayo S.L.– en cuestiones de comunicación, informática y relaciones con los proveedores.

No obstante, quien ha tomado el legado de su padre es Rocío Pérez, a pesar de haber dejado a un lado en un principio la salida profesional de la Administración de Fincas. Así lo resume Rocío: “Quería trabajar en otra cosa y al final he acabado con mi familia trabajando como administradora de fincas. No podría estar más encantada”.

P.- ¿Cuándo supo que iba a dedicarse a la administración de fincas?
Rocío Pérez.- Después de estudiar Empresariales, me fui a Barcelona, donde trabajé cuatro años para General Electric Capital Bank, pero tuve que regresar tras presentarse un ERE. Fue volver a Huelva y empezar a trabajar en Amatur. Anteriormente, sólo había echado una mano a mi padre en algunas reuniones vecinales, o realizaba alguna gestión bancaria. Sea como sea, aunque me fui a Barcelona, siempre tuve claro que iba a volver. De manera que fue en 2009 cuando di mis primeros pasos como administradora de fincas, una profesión que, aparte, siempre me había gustado.

P.- Puede decirse que es un negocio completamente familiar.
Rocío P.- Sí, al final toda la familia está trabajando en el despacho. A mi padre le quedan dos años para jubilarse, así que quien ha tomado las riendas en la gerencia de algún modo soy yo. Mi hermano se dedica más a temas de comunicación y relación con los proveedores. En Amatur somos ahora mismo seis personas: mi padre, mi madre, mi hermano y yo, y además dos empleadas con las que tengo estrecha relación.

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P.-¿Costó mucho en esos inicios?
Rocío P.– Al principio, sí que costó. Ves a tu padre, a quien respetan y cuyo trabajo se valora muy bien, así que tenía que aprender de él. Pero no fue un inicio duro. Tengo un buen recuerdo de esos primeros años; entonces veía los toros desde la barrera, ya que quien ‘toreaba’ realmente era mi padre. Yo me limitaba a aprender. En la actualidad yo voy a más comunidades que él. E incluso hay seis comunidades a las que todavía seguimos yendo los dos juntos.

P.- ¿En qué zonas de la provincia gestiona sus comunidades Amatur?
Javier Pérez.- Yo empecé a finales de los 80 con unas veinte comunidades en Punta Umbría, y no tanto en Huelva capital, pero ahora estamos centrados fundamentalmente en la ciudad. En la Costa también hemos llegado a tener una importante presencia, gestionando 47 comunidades en La Antilla e Islantilla, así como algunos casos puntuales que llevamos en Aljaraque, Cartaya, Beas y San Juan del Puerto. En total podrían ser unas 135 comunidades de propietarios, alrededor de 5.000 vecinos.
Rocío Pérez.– Cuando yo llegué en 2009, teníamos un poco de todo en bastantes municipios, pero luego nos ‘especializamos’, porque eran muchas comunidades y reuniones todo el año. Por eso nos decidimos por Huelva capital, donde tenemos nuestra sede en la Gran Vía. Lo que pasa es que las primeras comunidades que gestionó mi padre son en Punta Umbría, y a ellos no vamos a dejarles.

P.- ¿Cómo vivió el nacimiento del COAF? Era necesario crear un Colegio de Huelva.
Rocío Pérez.- La verdad es que el COAF está funcionando mejor que nunca, con mucha presencia y organizando muchas formaciones para los colegiados. A los administradores de fincas de Huelva nos viene muy bien tener un Colegio, algo de lo que podemos presumir ante las comunidades. Además, el COAF nos une, porque yo puedo decir que al resto de administradores no los consideramos como competencia, sino como compañeros y amigos. Por otro lado, hay veces que aprendes más de tus compañeros (una charla, una comida o cena), que en un curso de formación en sí. Considero que en el COAF somos una familia ya.

Javier Pérez.- Está claro que hacía falta un Colegio en Huelva, y coincido en que hoy se encuentra muy bien, impulsando formaciones y con una Junta Directiva renovada, con mucha gente joven que está entrando. Yo estaba al principio en la Junta Directiva con David Toscano, y juntos fuimos los que organizamos el Congreso de Jóvenes Administradores de Fincas y I Iberoamericano. Luchamos mucho para lograr financiación, y los diplomas los diseñó mi hijo Javier, e incluso mi hija Rocío trabajó como azafata. Fue un evento histórico y una experiencia extraordinaria.

P.- ¿Cómo ven al Colegio en la actualidad?
Javier Pérez.- Yo lo veo mejor que nunca y cada vez mejorando más. Se nota el aire fresco que va entrando, como es el caso del vicepresidente, José Antonio Oria, un administrador de fincas especializado en Lepe. Y valoramos mucho la formación que se organiza.

Javier Pérez (hijo).- Consideramos fundamental la formación permanente en la profesión del Administrador de Fincas. Como ejemplos más recientes y que nos afectan tenemos el Reglamento General de Protección de Datos –que entró en vigor el 25 de mayo– o la liberalización del mercado eléctrico. También es importante la formación en nuevas tecnologías y, por supuesto, constantemente informándote sobre leyes y normativas, como el nuevo Reglamento de Protección contra Incendios o la misma Ley de Propiedad Horizontal.

Rocío Pérez.– Yo tengo que destacar la figura del presidente, David Toscano, y también la de la secretaria técnica, Rocío Navarro, que es una profesional incomparable, una gran amiga, una persona encantadora y siempre ayuda muchísimo a los administradores colegiados. Y mi relación con David es muy estrecha (con decir que siempre he llevado su comunidad…).

P.- ¿Cómo valoran desde Amatur el problema del intrusismo?
Rocío Pérez.- Hacen un daño tremendo a la profesión, y pienso que el Colegio debería tener más mano dura con los administradores de fincas no colegiados que ejercen y hacen competencia desleal. En este sentido, el intrusismo no sólo es que el administrador no sea colegiado, sino que es pirata en todo. Entonces, te pueden hacer una competencia de precios mucho más desleal.

Javier Pérez.- En mi opinión, el COAF aún no tiene la infraestructura necesaria para combatir el intrusismo en la administración de fincas. En Huelva, hay mucho intrusismo, y creo que nuestra profesión quizá no está lo suficientemente bien valorada porque nosotros mismos no nos valoramos. A mí cuando me dicen que la gestión es muy cara, cuando respondo siempre uso el mismo símil: podemos ir a un restaurante que cuando nos sentemos en la mesa, es de hule con moscas, y eso vale 6 euros; en cambio, podemos ir a un restaurante donde la comida sea de calidad, el mantel de tela y el camarero tenga las manos limpias, y eso ya vale 20 euros. Es la diferencia entre un administrador colegiado y uno no colegiado.

P.- ¿Hay conciencia entre los propios vecinos de la importancia de contratar administradores colegiados?
Rocío Pérez.- Depende de la comunidad, pues hay algunas que sí, y otras que menos o nada. Entendemos que, por desgracia, la sociedad aún no está lo suficientemente concienciada sobre este aspecto, y por eso tenemos que luchar entre todos, empezando por los Colegios y Consejos, para difundirlo mucho más.

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P.- ¿Cómo valoran el proyecto de ley que han aprobado el Congreso y el Senado para actuar frente a las ocupaciones ilegales?
Javier Pérez.- Lo vemos muy positivo. La normativa mejora muchísimos aspectos, pero no está al 100%. Se ha dado un gran paso, ya que da opciones y plazos concretos, por lo que beneficia a las comunidades de vecinos y también a la gestión de los administradores de fincas.

Rocío Pérez.- Aunque nosotros en Amatur no hemos tenido apenas incidencias con este problema, consideramos que es algo que está en manos de las autoridades. El gran problema en estos casos es que normalmente el administrador de fincas se encuentra atado de pies y manos, sin capacidad para actuar frente a los ocupantes.

P.- La morosidad se disparó a raíz de la crisis económica y en los últimos años se ha suavizado. ¿Cómo han sufrido este problema desde Amatur?
Rocío Pérez.– La hemos notado bastante, creció muchísimo sobre todo con la crisis y las han sufrido mucho las comunidades. De hecho, en comunidades donde antes ni reparaban en las cuentas, ahora te las miran con lupa. Para los casos de morosidad, tenemos contratado un abogado que complementa al despacho, aunque a efectos laborales no es de Amatur. Muchos de los procedimientos monitorios, dependiendo de la zona, los ponemos nosotros, porque si por ejemplo son menos de 2.000 euros, se puede ahorrar un coste a la comunidad. Y pese a que estamos viendo que se resuelven más, tenemos una docena de casos en que nos resulta imposible cobrarles. Tenemos un caso concreto de un vecino que debe 5.000 euros en cuotas de comunidad (en una comunidad de ocho propietarios), y no podemos hacer nada. A efectos profesionales, es una sensación de impotencia. Pero tampoco hemos perdido una comunidad por una morosidad.

Javier Pérez.- Muchas veces, la solidaridad se impone. En bastantes ocasiones, el despacho se convierte en un confesionario y vienen los vecinos a exponer su caso particular, las dificultades económicas que está pasando, sin trabajo, etc. A esas personas, que están atravesando verdaderas dificultades, se les hace un reconocimiento de deuda, que ellos nos justifican. La morosidad puede clasificarse en dos tipos: el que es un ‘sinvergüenza’ y no paga (que son los que ves cenando en restaurantes y con coches mejores que el mío), y el que de verdad no puede pagar la cuota. Es decir, el que no quiere pagar, y el que no puede pagar.

P.- ¿Qué puede decir sobre las obras de accesibilidad? ¿También es un problema en sus comunidades?
Rocío Pérez.– En este asunto, me he llevado auténticas frustraciones personales, especialmente en algunas comunidades, donde la accesibilidad es un problema enquistado para toda la vida. En mi opinión, al final el 60%-70% de los casos de obras de accesibilidad en los edificios se va a resolver en los juzgados. Ahora lo ampara la normativa, pero sigue habiendo muchos casos de vecinos que no se ponen de acuerdo. Sólo puedo decir que necesitamos el consenso vecinal, porque estas obras son necesarias y han de desbloquearse cuanto antes, porque cualquiera puede tener un problema de movilidad y necesitarlo mañana.

P.- ¿Qué retos u objetivos se plantea en adelante, una vez consolidado el despacho?
Rocío Pérez.- Solamente espero no estropear todo lo que mi padre ha erigido. Eso no va a pasar, porque los clientes valoran nuestro trabajo y la dedicación que le ponemos. Yo creo que, en mi caso personal, el reto es continuar disfrutando del trabajo, que es de lo que se trata. El objetivo, mantener el despacho con la seriedad y honradez que siempre ha transmitido y nos ha inculcado mi padre. Ahora yo tomo el legado, y me siento muy a gusto. Al final, lo que me gusta es resolver problemas, me gusta mi profesión, a pesar de las muchísimas horas que ha de dedicársele, y es muy gratificante cuando ves que puedes y consigues ayudar a la gente.