José Julio Carrillo Ureña es de los A. F. Colegiados más veteranos del COAF de Huelva y un auténtico experto en la Ley de Propiedad horizontal y la A.F. en segunda residencia, pues ha desarrollado toda su trayectoria en Matalascañas (Almonte).
Ha sido una pieza fundamental en las tres etapas que ha vivido el Colegio Oficial de Huelva hasta su definitiva fundación: primero como Vocal de Huelva mientras se pertenecía al Colegio de Sevilla, después en el primer intento fallido de separación a comienzos de los 90 y, finalmente, en la fundación definitiva de 2004 junto a David Toscano.
Carrillo es natural de Sevilla, pero ha ejercido toda su carrera en Huelva y en unos meses cumple 60 años. Comenzó a estudiar Ciencias Empresariales, pero le llamaba tanto la atención lo Inmobiliario y la Administración de Fincas que se volcó en ellos, y hasta que no bajó el ritmo de trabajo no terminó el Grado Universitario que aparcó entonces.
Lleva casi 40 años casado y tiene dos hijos criados en Huelva de los que está muy orgulloso, el primero abogado y el segundo cocinero. Ha sido Vocal de la provincia y miembro de las Juntas de Gobierno del COAF de forma continuada hasta 2018.
José Julio Carrillo hace balance de la evolución del sector en estas tres décadas y media de ejercicio profesional colegiado y de su propia carrera en un oficio en el que se introdujo de la mano del ex pdte. del Colegio de Sevilla Eduardo Muñoz Corpa a mitad de los 80, en una etapa en la que conoció a todas las figuras precursoras que marcaron época en Sevilla y Andalucía, como el desaparecido Santiago Gutiérrez Anaya, Trigo, Jesús Creah, etc.
¿Por qué decidió dedicarse a esta profesión?
Porque había estado como aprendiz en el más famoso despacho de Administrador de Fincas de Sevilla y, al volver del Servicio Militar, hice uno de los últimos exámenes de acceso a la profesión; conseguí superarlo y colegiarme en 1986. En ese examen homologado coincidí con el actual pdte. del Consejo Andaluz, Pepe Feria, entre otros reconocidos colegiados actuales. Cuando terminé ‘la mili’ empiezo en casa de mis padres llevando tres comunidades de Sevilla y aunque casi no conocía Huelva, me presenté a un promotor que estaba edificando en Matalascañas y me ofrecí para ser Administrador de Fincas de sus promociones. Me aceptaron con la condición de que montase oficina en Matalascañas, así que monté mi despacho allí con 25 añitos ante la previsión de un desarrollo importante, porque se estaba haciendo Caño Guerrero. Ha habido muy pocas comunidades en ese núcleo que yo no haya llevado.
¿Cómo fueron esos inicios en Matalascañas?
Mi despacho de A.F. en Matalascañas siempre se llamó ‘Administraciones JUCAR S.L’ y estaba frente a la famosa discoteca Surfasaurus, en el edificio del Mirador. Empecé a coger más propiedades tras hablar con los demás promotores que estaban en el municipio y no paraban de construir urbanizaciones, pisos, etc. Les constituía la comunidad e iba al notario, escrituraba los pisos, me pasaba allí semanas y en el 99% de los casos entraba de Administrador de Fincas en la comunidad. Así fue desde mediados de los 80 hasta comienzos de los años 90. Conseguí ‘hacerme un nombre’ y, aunque otros administradores montaron oficina allí, no tuvieron el éxito que yo tuve. Los promotores me proponían y los vecinos me aceptaban o no. En general trabajé con promotores de Sevilla, pero también de Almonte, Madrid, Huelva, etc. Y ahí estuve con mucho trabajo algunos años.
¿Qué dificultades tenía la profesión en sus comienzos?
En Matalascañas en los años 80 no había nadie y menos cuando había una avería de noche. Entonces iban a mi casa y ‘a base de palos’ he aprendido fontanería, electricidad, desatascos, puertas automáticas, depuradoras de piscina…Hasta las secciones y materiales de las tuberías, los tipos de pegamento. Todo lo que pueda saber un mantenedor yo lo sé el doble y todo lo que uno se imagine lo he tenido que aprender porque muchas veces lo he tenido que arreglar yo mismo, desde cambiar bombillas hasta lo más complejo.
No existía por entonces eso de ‘atención 24 horas’ y he tenido que meterme en alcantarillas en decenas de ocasiones. Veo ahora a compañeros con la chaqueta y la corbata y le preguntas por un diferencial térmico, un tubo de 60 mm o saber lo que es una palometa de una depuradora y, estando preparados como están, esas cosas no las suelen saber y creo que eso también lo tenemos que saber los A.F., para saber de qué nos hablan, aparte de ser cura y psicólogo. Porque si sabes de pintura y le puedes hablar de tú a tú a los técnicos de las empresas de servicios que vienen mucho mejor, para que no te puedan engañar, y tus clientes a la larga te lo agradecerán, por supuesto.
¿Recuerda anécdotas de su trayectoria?
Todavía queda quien dice frases típicas como “las reuniones tienen que convocarse con 15 días de antelación” (risas). Es gente -cada vez menos- que usa clichés de antes de la reforma de la Ley de Propiedad Horizontal del año 1999. Otros insisten con “¿El administrador a qué se dedica? Si lo único que hace es pasar recibos e ir a una reunión al año”. Pero bueno, gracias a la labor de los colegios, los Consejos nacionales y andaluz y el territorial eso se está cambiando y ocurre cada vez menos. Aunque ahora lo que más dicen es: “Para eso te pagamos”.
¿Cómo es su ejercicio de la profesión actualmente?
En 2018, por motivos personales graves, tuve que ir dejando de administrar más de 3.000 viviendas y aparcando un poco mi profesión, porque era mucho trabajo y se vive mejor con menos. En el despacho éramos cuatro, pero decidí irme a vivir a Sevilla para dejar solo a unos clientes que eran de toda la vida y confianza. Actualmente administro ‘solo’ unas 300 viviendas, que está bien. Me considero una persona activa pues me ha dado tiempo a reiniciar hasta los estudios: He terminado recientemente un Grado Superior de Administración y Finanzas y estoy pensando en hacer otro Grado en Empresariales. Trabajo pocas horas al día y también llevo asuntos de Propiedad Vertical, alquileres básicamente.
¿Por qué le atrajo también el sector inmobiliario?
Durante mis 35 años como A.F. Colegiado estuve 15 con una segunda oficina Inmobiliaria, por si me aburría por las noches (risas). Ahí tenía un socio y es un tema que siempre me ha tirado mucho. En la Administración de Fincas, si llevas comunidades y facturas periódicamente, con mucho trabajo se puede ganar dinero, pero tiene sus desventajas. En la inversión inmobiliaria he vivido varias crisis: La de finales de los 80, otra tras la Expo’92, otra a principios del 2000, después la de 2008… Pero ha habido burbujas importantes donde se ha ganado también mucho dinero, el ladrillo siempre es el ladrillo, puede bajar, pero si no tienes necesidad de venderlo, acabará subiendo.
LA FUNDACIÓN DEL COAF DE HUELVA-ETAPAS
¿Cómo fue el primer intento de creación del Colegio de A.F. de Huelva?
Estando en el Territorial de Sevilla y Huelva – no existía otro y en Huelva seríamos 14 colegiados – me llamó el prestigioso Santiago Gutiérrez Anaya, que llegó a ser el A.F más famoso de España por entonces, porque quería que alguien de Huelva pusiese en marcha el Colegio territorial. Huelva tenía por entonces una representación en la Junta Directiva del de Sevilla y quería un movimiento para independizar el Colegio de Huelva, y así se constituye sobre el año 1991. La sede estaba al lado de la actual y no llegaríamos a 20 colegiados pero nadie sabía que existía esta profesión y se pensaba que quien llevaba las comunidades era el abogado o el gestor, porque no había esa cultura de que la gente conociera la profesión. Eso no funcionó bien y en el año 1993 volvimos a unirnos al Colegio Territorial de Sevilla.
¿Hasta que llegó el segundo intento con éxito?
Cuando entra Jesús Creah de pdte. en Sevilla se funda la revista del Consejo Andaluz, en cuyo nº 0 tuve el honor de escribir un editorial, y se retoma el asunto. En el año 2000 me presentan a David Toscano Limón, que entra como segundo representante de Huelva en la Junta de Gobierno del Colegio de Sevilla. David ya traía esa intención y entendí que David iba a ser el ‘alma mater’ y la persona que lo lanzase, pues tenía todas las condiciones para independizar el Colegio y convertirlo en Territorial de Huelva, pues era la única provincia de Andalucía que no lo tenía ya.
Así se fue fraguando y en 2004 se escinde del Colegio de Sevilla y se funda el Colegio de Huelva con un acto en Islantilla. Empezamos además a lo grande porque nos propusieron organizar el Congreso Nacional de jóvenes Administradores de Fincas y el I Congreso Iberoamericano y Huelva, que existía hace solo dos meses, dijo que sí (risas). Fue un evento muy grande en la Casa Colón que abarcó también Palos de la Frontera y donde teníamos hasta traductor e intérpretes para asistentes de Chicago. Los almuerzos fueron en el Salón Rojo y en el Convento de la Luz se celebró una gran cena de despedida. Huelva al 100%. Todo eso fue en 2005, cuando vinieron de toda España e Iberoamérica, siendo un gran éxito de asistencia y a todos los niveles.
¿Cuál fue su aportación en esa 1ª Junta de Gobierno?
En esa Junta de Gobierno fundacional presidida por David Toscano estaban Ángel Santiago, José Luis Moreno, Javier de Vega y Carlos Rey, entre otros. Fui el vicepresidente, y también he sido Censor-Contador y he participado en diferentes etapas en la Junta de Gobierno del COAF hasta las últimas elecciones de 2018. Ya en esa segunda etapa nos animamos porque éramos cerca de 40, se alquiló la actual sede, y entró desde el principio la Secretaría Técnica ostentada por Rocío Navarro, etc.
¿Ha sido fructífero el esfuerzo de dar a conocer a los A.F. colegiados?
David y yo asistíamos a los Consejos Andaluces, a Madrid y por España. Entiendo que David Toscano ha sido el que ha puesto a los A.F en el mapa de la provincia, muy clarísimamente a todos los niveles. Aquí en Huelva, eso de Administrador de Fincas como que no era una profesión que se considerase ni conociese, y en el Consejo Andaluz tampoco existíamos porque no había representación hasta 2004 y en el Consejo Nacional todavía menos. Ahora, en 2021, el COAF es importante a nivel provincial, regional e incluso nacional y la profesión es considerada a todos los niveles de índole urbanístico. Ya es mucho más raro ver que una comunidad no contrate a un A.F. Colegiado. Antes bastaba con que fuese un abogado o ‘alguien que llevase papeles’ como comúnmente se dice, ¿verdad? Hoy en día se pide, generalmente, la Colegiación para llevar comunidades y en eso se ha avanzado mucho. A nivel Andaluz el voto de Huelva es igual que otros y a nivel nacional somos bastante conocidos y a la cabeza de todo siempre ha estado David Toscano.
¿Qué le parecen los servicios que viene prestando el COAF?
Me ha sorprendido que en plena pandemia se hayan seguido dando cursos. La labor del COAF y de Rocío Pérez, especialmente, es bastante positiva y el resto del Colegio en la buena línea de siempre. Rocío Navarro, la misma administrativa desde el comienzo, que ojalá dure muchos años, es otra ‘alma mater’ del colegio. Sigue la cordialidad entre compañeros y algunos son amigos desde hace muchos años. A mí, me preguntan también porque llevo muchos años, especialmente aspectos de la segunda residencia, porque supone que soy de los que más sabe.
¿Sigue al corriente de la actualidad del colegio?
No estoy tan implicado como antes, pero me llega información puntual a través del correo electrónico, los boletines, la revista y demás. La impresión que tengo, al hablar con compañeros de la nueva Junta de Gobierno, es bastante positiva. Aunque apenas conocía a los que la integran, excepto a Rocío Pérez y a José Antonio Oria, y muy poco al pdte. Alejandro Chamorro. Me están sorprendiendo positivamente su labor en firmas de convenios y al hacerse ver y que se entienda que somos necesarios en cualquier tipo de acto que tengan que ver con nuestra labor y sector en Huelva y provincia.
PERCEPCIÓN SOCIAL DE LA PROFESIÓN
¿Decía que era raro en sus comienzos contratar o conocer la figura del AF Colegiado?
Huelva ha cambiado como de la noche al día. Hace ni 20 años la profesión de Adminisrador/ra en la capital y la provincia era una gran desconocida. En las comunidades, cuando iban a pedir presupuesto, era raro que preguntasen por un A.F. Colegiado porque valía cualquiera que llevase comunidades: desde gestorías, inmobiliarias, abogados, etc. Hoy en día, la concienciación de los propios vecinos y la gran labor que se ha hecho y se está haciendo de divulgación de la profesión hace que en la mayoría de los casos ya sí se exija un A.F. profesional y Colegiado. Ahora la profesión es reconocida y considerada como los expertos únicos de la materia y para eso ha sido importante la aportación de los colegios y su apuesta reciente también por las empresas de Comunicación e Imagen.
¿Qué otras cosas han mejorado en el desarrollo de la profesión estos años?
Aunque sigue existiendo el intrusismo, y por desgracia va a seguir existiendo, sí es cierto que se va difuminando cada vez más por la labor de los colegiados. Dado que nuestra profesión no es como la de un médico, donde si no eres médico y la ejerces vas a la cárcel. Si no eres abogado no puedes asistir ni representar a nadie en un juicio, está claro, pero ante la ambigüedad de la Ley, hay casos en los que puedes no ser A.F. Colegiado y llevar comunidades de propietarios. Eso se está eliminando gracias a la labor de divulgación de los colegios y a la profesionalidad de los compañeros.
¿Ha empeorado la pandemia el trabajo del A.F.? ¿Con los bancos y en general?
Ha sido duro todo, no solo la relación con los bancos. La tecnología, por ejemplo, siempre ha sido una gran baza mía. En los años 80 ya tenía ordenador, teléfono móvil, (un ladrillo), Gesfincas 85 que era un disquete de 3 pulgadas, más tarde 3,5 y luego 5 y cuarto en lenguaje Basic. Siempre he invertido en la tecnología que iba saliendo y fui de los primeros con fax, papel térmico, fotocopiadora, máquinas de escribir eléctricas, además de todas las renovaciones periódicas de Windows y los programas informáticos porque considero que en nuestra profesión la tecnología es muy importante (**).
Por ejemplo, un cliente me acaba de llamar y no maneja Internet. Entonces nosotros, los A.F. Colegiados debemos hacer una labor extra de ayuda a los clientes en su trato con la entidad bancaria uno por uno. Pero si a nosotros no nos dan ciertas facilidades se ralentiza todo mucho. Para firmar la devolución de un recibo o hacerlo con firma electrónica, no todo el mundo sabe usar la banca electrónica. Porque no me gusta tener la firma indistinta, prefiero tenerla mancomunada, que da una mayor garantía.
“Hay que saber separar cuándo estás trabajando de
cuándo no y distinguir lo que es realmente urgente “
¿La tecnología está desbordando el trabajo?
Bueno. El tema de los grupos de WhatsApp y los emails 24 horas tiene sus ventajas pero también tiene sus desventajas. Tienes a la comunidad comunicada, pero si no pones limite a eso (el propio administrador) no te van a dejar ni dormir. Grupos de WhatsApp encendidos todo el día te dejan mensajes las 24 horas y, de no usarse bien esa utilidad, puede ponerse en nuestra contra, porque hay comuneros/as que ven que lo has leído y te pueden decir “¿Por qué no me has contestado?”. Y lo mismo te generas un enemigo y esas cosas pasan, puede convertirse incluso en un arma en contra de nuestro trabajo.
Aparte, los emails te llegan al teléfono, y muchas veces los lees casi sin querer, pero hay que saber separar también cuándo estás trabajando de cuando no. Y lo que es urgente de lo que no es urgente. Porque ahora tengo 300 viviendas, pero cuando tenía 3.000 imagínate. Hay compañeros a los que, intentando dar mejor servicio, se les puede volver en contra, porque hay vecinos que si no les contestas en el momento se enfadan y el estrés que te crea es terrible, porque la necesidad de arreglar algo, que para unos es urgente o importante, para otros no lo es.
¿Es ahí donde hay que emplear la famosa psicología de la profesión?
Eso siempre. Otro clásico del verano es: “¿A qué hora se abre la piscina?” Que te lo preguntan todos los domingos por la noche (risas). Anoche, a primeros de julio, me preguntaron pasadas las doce de la noche “¿A qué hora y en qué día cierra la piscina en septiembre?”. Se entiende que le puede haber surgido un inquilino, pero lo quiere saber a las doce de la noche. Si le contestas lo tienes ahí de forma continuada y, si por lo que sea, no le contestas a las décimo quinta vez, ya puede decir: “¡Chungo, el administrador es malo¡”.
¿Tiene Huelva alguna particularidad en el ejercicio profesional?
Estamos en una época en la que está creciendo el número de colegiados pero hay que admitir que Huelva es muy especial, muy ‘paradita’ y a la gente le cuesta hacer cambios. Es muy tradicional y, además, está la capital por un lado y luego el resto va por zonas. Hay quien cree que Matalascañas no es Huelva (jeje). Hay gente de Sevilla que se creen que Huelva es Punta Umbría, la capital y poco más… En Huelva cuesta cambiar las costumbres, respecto a la contratación de A.F. Colegiados por ejemplo pero, a pesar de ello, creo que se está avanzando a pasos agigantados.
“Hoy es raro que una comunidad no contrate
a un A.F Colegiado, gracias a la concienciación
de los vecinos y a la labor de los colegios”
¿Qué podría ser lo mejor y lo peor de la profesión?
Hay gente a la que le atrae esta profesión por las perspectivas económicas y cierta estabilidad, una vez tienes una cartera fija que te permite facturar un dinero bastante seguro. Pero a la larga es una profesión que te tiene que gustar porque absorbe todo tu tiempo, y no solo las horas normales de una oficina. Y si encima, como es mi caso, llevo 35 años trabajando en costa y segunda residencia, pues nunca he veraneado. He veraneado algo en invierno cuando los niños no tenían clases, y ya está. Desde junio hasta final de septiembre eran siete días a la semana trabajando durante más de 30 años. Y el resto del año los fines de semana también trabajando porque es cuando vienen los clientes a la playa. A eso te puedes acostumbrar, pero no es una forma de vivir a la larga muy sana si no te gusta. Te tiene que gustar y tener cierta vocación.
Este es Julio Carrillo, con 35 años de profesión y 28 años en distintas Juntas Directivas representando a los Administradores de Fincas colegiados de Huelva, vicepresidente del Colegio y Consejero del Consejo Andaluz durante más de 10 años. Muchas veces en la sombra, pero historia viva de nuestro colectivo.